sábado, 23 de octubre de 2010

TUCATA ESTRENA TUARTE Con: El vino de la Fiesta de San Martin | Por Jesus del Río

El vino de la fiesta de San Martín es el título de un cuadro que haceunas semanas saltó a los medios de comunicación. La obra, pintada en sarga al temple de cola, se rehabilitaba en el museo del Prado después de haber estado durante generaciones en manos de la familia Medinaceli. La importancia de la obra está en que su autor es el pintor flamenco Pieter Bruegel el Viejo (1525-1569), uno de los grandes de la pintura europea. De este pintor solo había una pintura en España, que se encuentra en el museo del Prado, El triunfo de la muerte. El hallazgo del cuadro ha supuesto un hecho histórico en la Historia del Arte.

CUADRO EL VINO DE LA FIESTA DE SAN MARTIN
Cuadro: El vino de la fiesta de San Martín
La pintura está pensada como si se tratase de un altar dedicado a Baco, una fiesta del hedonismo, por su composición piramidal, donde se agrupa una multitud alrededor de un tonel de vino que se encuentra en la parte superior del cuadro. Con un peculiar estilo Bruegel describe la vida en toda su crudeza y realismo. En la escena se conmemora el día de San Martín, 11 de noviembre, cuando en aquel siglo XVI se celebraba en media Europa el comienzo de la vendimia y la degustación de los primeros caldos del año.
El único personaje del cuadro con aspecto noble y montado a caballo es la figura del santo, repartiendo la capa, pero su presencia es anecdótica. Lo que  representa la pintura realmente es un caudal de seres humanos subiendo y bajando, una bacanal entre la pasión y la miseria, en pos del vino y sus efectos. Los personajes de la parte superior viven la euforia de quién alcanza el objetivo: encaramarse en el tonel de vino y disfrutar. A medida que la pirámide va descendiendo, se mezclan las sensaciones de los que bajan, satisfechos y tocados por los efectos del alcohol, y los que suben anhelantes, nerviosos, casi desesperados. Esta visión se acrecienta en la base de la composición donde se mezclan personajes afectados por la ingesta de vino, mareados, vomitando, tumbados, y los que se encuentran sobrios al no haber accedido aún al tonel, porque no lo desean o porque no han podido.
          Se puede hacer una lectura hedonista y pensar que para algunos la vida tiene como objetivo central de todas sus aspiraciones el placer; o una lectura estoica, si consideramos que otros ven en la búsqueda del placer el camino inevitable a la miseria del hombre. Pero, en definitiva, es la imagen del ser humano, entregado al rechazo o disfrute de lo que tiene a su alcance y sus consecuencias, buenas o malas, de este afán de gozar y quizá de evadirse del mundo por unos instantes.

Entre los casi cien personajes del cuadro de Bruegel están los que bajan de la cima del placer, del tonel de vino, apurando su escudilla casi con ansiedad, centrados únicamente en el caldo rojizo. Otros personajes sufren las consecuencias del consumo desmedido, se pelean, vomitan, o se entregan al sexo, en la parte inferior del cuadro, junto a los personajes sobrios que se mantienen ajenos al goce etílico, porque no pueden acceder al tonel, impedidos por una cojera o frenados por la responsabilidad de atender a sus hijos.
          Por último, hay dos personajes orientados en situación contraria al resto, como ironía del pintor, que se mantienen indiferentes, como observando la escena, e incluso parecen mirar al espectador del cuadro, hasta que fijándonos con detenimiento descubrimos que son ciegos. Es la ceguera que pone de manifiesto la indiferencia ante la vida, ya nte su representación, unos pretendidos críticos que miran al los que miramos la escena que discurre a su alrededor, como si la fiesta no fuese con ellos. La fiesta es nuestra, curiosidad innata, recuerdo y admiración, donde Bruegel nos deja un fantástico testimonio de nosotros mismos, tiempo atrás, festejando la llegada de nuestro cómplice el vino.
Jesus del Río